Los medios de comunicación ejercen una influencia innegable de manera positiva o negativa muy determinantes para la transformación del ser humano. De ahí nuestra preocupación por este tema, de cuyo análisis podamos arribar hoy, en reflexiones de interés común.
Es de conocimiento general que los medios de comunicación tienen como función social la de formar, informar y entretener; pero en la actualidad observamos que casi todos los medios tienen mayor inclinación por las dos últimas funciones. Es por ello que coincido con lo que Juan Pablo II en 1996, dijera: “Los medios de comunicación tienen una utilidad indiscutible, pero no deben engañarnos ni adueñarse de nuestras vidas”. Entonces resulta preponderante distinguir que los medios de comunicación, si bien asumen un rol de información sobre un hecho de interés para la opinión pública, pero también desinforman con datos erróneos y en el peor de los casos manipulan con información intencionada que falta al principio ético de la verdad.
Dentro de los medios de comunicación destacan la prensa audiovisual, hablada y escrita, sin embargo a lo largo del tiempo, es la televisión quien ha logrado evolucionar y captar más oyentes. Al respecto, el Centro de Investigaciones Sociológicas en el 2000, constató que la TV se ha convertido como única fuente informativa y cultura a una audiencia de 86,6%, la radio el 46,6% y la prensa escrita solo el 32%. Aunque ha de saberse también, que la prensa escrita a pesar de ser la última, es la que goza de un mayor prestigio que los medios audiovisuales, por cuanto la información que ofrece, es sometida a un proceso de análisis profundo, antes de su difusión. De ahí que hoy en día, el primer reto de la prensa escrita tradicional, es enfrentarse al problema de la voracidad televisiva, mientras que la prensa hablada, asume el reto de utilizar la palabra para generar entidad visual de la noticia.
Por su parte el psiquiatria Luis Rojas Marcos sostiene que la televisión hace mucho bien no solo como fuente de información, si no como factor de cohesión y refuerzo de la democracia social. A partir de ello, los oyentes somos autónomos y libres en seleccionar el medio de comunicación que nos parezca mejor, aun que, muchas veces somos incapaces de diferenciar lo bueno de lo malo, dado al nivel cultural que posee cada sociedad.
En efecto, la televisión también afronta retos. Son la dinámica social y los cambios constantes de la tecnología que le han permitido evolucionar. Entonces, sigue siendo un medio omnipotente en la vida social a pesar de las nuevas tecnologías que avanzan aceleradamente. Es por eso que ya no es novedad que hoy en la actualidad, se hable de una TV interactiva o a la carta (mass media), cuya importancia en lo que informen sea la cultura, antes que el mercantilismo, que conlleva al ocio y el entretenimiento. Coincidentemente, GH Gaudmer, manifiesta que los medios de comunicación no pueden ser pasivos y que la sociedad de la información exige la incursión tecnológica donde la característica fundamental sea lo interactivo.
En consecuencia, la TV es una fábrica que viene creando estereotipos y modelos, los mismos que la sociedad los asume como normas de comportamiento imprescindible, llegándose a desarrollar por un lado la cultura de aspectismo (quien no asume el modelo de belleza, simplemente se queda fuera del círculo de oportunidades socioeconómicas), y por otro lado la cultura de la marca, es decir el poseer un bien o servicio es sinónimo de autosatisfacción, poder y estrato social reconocido.
En conclusión, existe un trabajo orientador y responsable que nos toca asumir todos desde el hogar, la escuela y las instituciones, de tal modo se evite que la TV se vea como una fábrica de modelos que directa o subliminalmente crea en el televidente, sentimientos de autosatisfacción personal, distinción social, sino, un espacio de aprendizaje y transformación regulador de una sociedad de la que todos renegamos.
Mg. Jorge Espinoza Fernández
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